Fuente: Blog InfoEnergía
El texto que sigue fue publicado en sección cartas del Diario Financiero del 25 de marzo.
El año recién pasado fuimos testigos del mayor desastre ambiental de la historia, al quedar fuera de control un pozo situado 1600 metros bajo el nivel del mar, en el Golfo de México. Todo petrolero sabía que, en caso de producirse un accidente, era imposible que un ser humano pudiera llegar a esas profundidades y que no existía un procedimiento técnico para controlarlo. Fue así que durante tres meses pudimos ver como mientras el petróleo fluía al mar, se improvisaban soluciones.
Hoy somos testigos del mismo grado de improvisación en el actuar del hombre en el desastre nuclear de Fukushima.
En ambos casos no existían soluciones técnicas para enfrentar contingencias desastrosas que podían producirse. ¿Qué los impulsó a seguir adelante? Muy simple, la voluntad de hacer negocios por parte de empresas privadas. BP en el Golfo de México y TEPCO en Japón. Todo esto tolerado por los respectivos Estados.
Frente a estas realidades, ¿podemos seguir afirmando que la decisión de instalar Centrales Nucleares en Chile es técnica?
El problema no es como satisfacer las necesidades de energía eléctrica del país. El problema es, si a los riesgos de desastres naturales a que está expuesto nuestro país, deseamos agregar uno más, creado por el hombre.
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